Historia ampliada

Málaga en la Historia

Málaga en la antigüedad

Málaga nace con la llegada de navegantes fenicios. La presencia fenicia en la costa malagueña data del siglo IX antes de Cristo. Conocemos un primer asentamiento en el  Cerro del Villar que sufrió durante los siglos VII y VI antes de Cristo varias crecidas del  Guadalhorce que acabaron por provocar su abandono.

Entonces los fenicios se asentaron junto al  cerro de la Alcazaba con un patrón urbanístico oriental, con una parte central de mercado y otra periférica destinada a talleres de  cerámica y metalurgia. Malaca estaba dotada de una muralla defensiva que se extendía a los pies de la Alcazaba y contaba con un embarcadero. Se han localizado varias necrópolis, como la de Campos Elíseos, cerca de Gibralfaro, y  la Tumba del Guerrero en El Ejido.

De Fenicia se importaban tejidos y cerámica; del norte de África se traían marfil y huevos de avestruz; de Italia llegaban objetos de metal, vino y cerámica; y de Grecia perfumes, cerámica y aceite. Estos productos se intercambiaban con los pueblos del interior a cambio de metales.

La pesca también tuvo una gran importancia porque estaba vinculada a la elaboración de salazones. Luego, Malaca quedó integrada dentro del Imperio Cartaginés. Tras la derrota de éste frente a los romanos en el siglo III, las colonias púnicas como Malaca establecieron pactos con los romanos denominados foedus, con lo que consiguieron mantener a salvo sus intereses comerciales. A Hispania comenzaron a llegar gentes itálicas que contribuyeron a la expansión de la lengua latina y de los hábitos de vida romanos

Con Augusto se aceleró la romanización. La ciudad experimenta un evidente auge durante los siglos I y II y su nuevo estatus quedó reconocido con la concesión del derecho latino, concretado en la Lex Flavia Malacitana.

En Malaca se conoce la existencia de un foro en  la actual calle Alcazabilla con edificios monumentales tales como el Teatro Romano. Se producía alfarería ligada a la exportación del aceite de oliva, la púrpura extraída de moluscos y el garum, una salsa a base de pescado salado y fermentado.

A partir del siglo III,  se inicia la decadencia de la vida urbana y la crisis del comercio. Comienzan también las invasiones. Para entonces el cristianismo se había extendido. El martirio de los jóvenes Ciriaco y Paula, constituye un testimonio de esa primitiva cristianización. Tras la desaparición del Imperio Romano en el siglo V Malaca se integró en el Reino Visigodo

Málaga en la época musulmana. Siglos VIII al XIII

Málaga fue conquistada por los musulmanes en 713. Con la llegada del Islam muchos malagueños emigraron a las montañas. A partir del siglo X, recuperó importancia gracias al fuerte desarrollo de la artesanía y el comercio, convirtiéndose en la capital de la cora o provincia de Rayya.

La descomposición del Califato de Córdoba a principios del siglo XI dio lugar a la aparición de los reinos de taifas. En Malaqa se estableció la dinastía de los hammudíes, que gobernó hasta que, en 1057, el rey Badis de Granada conquistó la ciudad. Después de las etapas almorávide y almohade, Málaga se integró en 1238 en el Reino Nazarí de Granada.

Tras la conquista islámica la mayoría de la población siguió siendo de origen hispanorromano, incorporándose  minorías  árabes y sirias. La presencia de una  minoría judía se pone de manifiesto con la figura del filósofo y poeta Salomón ibn Gabirol. Otro sabio nacido en la ciudad es el botánico musulmán Ibn al-Baytar.

Entre los siglos XI  y XIV, Malaqa conoció una nueva etapa de prosperidad. Su nombre quedó vinculado a la cerámica de reflejos dorados y a la producción de seda. También se exportaba azúcar de caña, higos secos y pasas. De Oriente llegaban algodón y especias.

En el siglo XV, Malaqa estaba  protegida por una muralla que se extendía desde la Alcazaba hasta el Guadalmedina a través de las calles Álamos y Carretería. Desde la Torre Gorda, situada junto a las Atarazanas, continuaba frente al mar hacia el saliente del Castillo de los Genoveses, y de allí enlazaba de nuevo con la Alcazaba siguiendo la actual Cortina del Muelle.  

La Alcazaba, con su triple recinto amurallado, era al mismo tiempo fortaleza y residencia palaciega de los gobernadores nazaríes. La defensa de la ciudad se completaba con el castillo de Gibralfaro, quedando ambos recintos comunicados por un pasillo fortificado o Coracha.

La medina presentaba un urbanismo islámico, con calles estrechas e irregulares. Se conserva la puerta monumental de las Atarazanas. Fuera de la medina existían dos arrabales: el de Fontanalla al norte y el de los Mercaderes de la Paja, al oeste. Por toda la ciudad se disponían numerosas mezquitas, aunque la más importante era la mezquita Aljama.

 

 

La Conquista Cristiana. Málaga Barroca

 

El 19 de agosto de 1487 los Reyes Católicos entraban en la ciudad, incorporándola a Castilla. La conquista se produjo después de un largo y sangriento asedio. Finalmente, la resistencia a ultranza de Hamet el Zegrí solo sirvió para que Isabel y Fernando impusieran un castigo ejemplar: 15.000 personas fueron esclavizadas y deportadas.

Vaciada la ciudad, esta se repobló con cristianos procedentes, sobre todo, del valle del Guadalquivir que recibieron a través de los repartimientos lotes de casas y tierras. En 1489 se constituyó el  Ayuntamiento como órgano  de gobierno local, regulado por unas ordenanzas que se imprimieron en 1611. Se restauró la diócesis en 1488, siendo su primer obispo Pedro de Toledo. La ciudad  quedó dividida en cuatro parroquias: Sagrario, Santiago, San Juan y los Mártires. La mezquita Aljama fue consagrada como Catedral y se iniciaron las obras de un nuevo templo  en estilo gótico, del que se conserva la portada del Sagrario.

Desde principios del siglo XVI la ciudad crece fuera de las  murallas, alrededor a los nuevos conventos de San Francisco, la Victoria, Santo Domingo, la Trinidad, el Carmen y Capuchinos. Se acometieron algunas reformas interiores como la creación de la Plaza Mayor, actualmente de la Constitución, que se convirtió en el espacio central de la ciudad  y como  sede del  poder local, estableciéndose en ella el  Ayuntamiento, quedando  además embellecida con la Fuente de Génova. También se abrió en 1491  la calle Nueva  para unirla   con el puerto.

A partir del siglo XVI el cultivo de la vid se extendió por  montes y valles, dando lugar a una creciente producción de vino y pasas destinada a la exportación. El comercio estaba controlado por mercaderes del norte de Europa y las actividades artesanales quedaron encuadradas en gremios. El aumento del tráfico marítimo hizo que, en 1588, comenzase la construcción de un nuevo puerto.

El crecimiento demográfico que se produjo a partir del siglo XVI pese a la expulsión de los judíos y de los moriscos, se vio ralentizado durante el XVII al producirse una sucesión de calamidades, tales como guerras, epidemias, inundaciones y  terremotos.

Málaga de la Ilustración

 

El siglo XVIII comenzó con la Guerra de Sucesión. En agosto de 1704 tuvo lugar cerca de Málaga la mayor batalla naval de dicho conflicto entre las flotas hispanofrancesa e inglesa.

El Siglo de las Luces fue una etapa de prosperidad, progreso y reformas. Se construyeron numerosos edificios, se completaron otros y se acometieron importantes obras públicas. La población se duplicó hasta alcanzar casi 50.000 habitantes. Las obras de la Catedral casi se concluyeron. Se mejoraron el puerto y los caminos hacia Antequera y Vélez-Málaga. Se diseñó y urbanizó la Alameda y fueron derribadas las murallas.

Los monarcas ilustrados fomentaron el desarrollo del comercio, controlado ahora por una incipiente burguesía mercantil integrada, en buena parte, por mercaderes extranjeros. En 1765 se permitió a Málaga comerciar con la América española. Las principales exportaciones seguían siendo las derivadas de la vid.

Durante los reinados de Carlos III y Carlos IV se crearon instituciones como el Consulado del Mar, el Montepío de Cosecheros, la Sociedad Económica de Amigos del País y la Escuela de Náutica de San Telmo, promovidas por el ministro José de Gálvez, natural de Macharaviaya. El obispo Molina Lario construyó un nuevo acueducto para asegurar el abastecimiento de agua. También se reforzó la defensa del puerto y en 1791 comenzaron las obras de la nueva Aduana, actual Museo de Málaga.

Málaga en el siglo XIX

 

El comienzo del siglo XIX coincidió con la crisis final del Antiguo Régimen y graves problemas bélicos, económicos y sanitarios. Las guerras, primero contra Gran Bretaña y luego la invasión napoleónica y la Guerra de la Independencia paralizaron el comercio con América. La epidemia de fiebre amarilla de 1803-1804 diezmó la población y se sucedieron años de malas cosechas. Todo esto provocó una profunda depresión demográfica y económica.

La proclamación de la Constitución de 1812 abrió dos décadas de luchas políticas entre liberales y absolutistas. Un auténtico hito en la lucha por la libertad y contra el absolutismo lo constituyó el fusilamiento en las playas de San Andrés de Torrijos y sus compañeros cuyos restos reposan bajo el  monumento de la plaza de la Merced. Durante este periodo se construyó La Farola, uno de los símbolos de la ciudad.

El triunfo del liberalismo a partir de 1833 trajo consigo importantes cambios. La burguesía se constituyó como el grupo social dominante. En Málaga estuvo representada por familias vinculadas a los negocios y a la industria. Apellidos como Heredia, Larios y Loring fueron protagonistas de un importante desarrollo económico basado en la exportación de productos agrarios, la siderurgia y la industria textil, con grandes fábricas como los La Constancia y la  Industria Malagueña, pioneras de la Revolución Industrial en España. El techo del Teatro Cervantes, inaugurado en 1870, recuerda aquel esplendor.

La población se incrementó hasta los 130.000 habitantes en 1887. Se creó el Banco de Málaga en 1856 y en 1865 llegó el ferrocarril.

Málaga también se caracterizó por una fuerte agitación política, produciéndose varios conatos revolucionarios. Durante la I República, Málaga se proclamó como cantón independiente. Fueron numerosos los malagueños que se distinguieron en la política nacional, destacando Antonio Cánovas del Castillo.

Bajo el magisterio de Ferrándiz y  Muñoz Degrain en la Escuela de Bellas Artes  se formó la conocida como Escuela Malagueña de pintura. En 1881 nace, en la Plaza de la Merced, Pablo Ruiz Picasso.

La desamortización, iniciada en 1836, dio lugar a importantes reformas urbanas debido a la demolición de numerosos conventos. En1891se abrió la calle Larios. A poniente se formó un amplio núcleo industrial y obrero y a levante nacieron  los barrios residenciales de La Caleta y El Limonar. La construcción de un nuevo puerto a finales del siglo XIX hizo posible la creación  del Parque.

A finales del siglo XIX aparece una fuerte crisis económica con un empobrecimiento generalizado.

 

 

 

Málaga en los siglos XX y XXI

 

A principios del siglo XX, el turismo se vislumbra como una alternativa. Se impulsaron la Feria de Agosto, el Carnaval y la Semana Santa. También se construyeron lujosos hoteles como el Caleta y el Príncipe de Asturias, hoy Miramar.

A partir de 1909 la Guerra de Marruecos fue vivida con intensidad, ya que Málaga era el principal puerto de embarque de tropas. La ciudad asiste también al nacimiento de poetas como Moreno Villa, Prados y Altolaguirre, apareciendo, además, la revista “Litoral”.

Tras la proclamación de la II República en 1931 los saqueos e incendios de iglesias y conventos en mayo son el preludio de una etapa convulsa. La creciente radicalización política y social condujo al estallido  de la Guerra Civil. En Málaga se produjo represión por ambos bandos.

Málaga alcanzó los 190.000 habitantes en 1930 y superó los 300.000 en 1960.

Tras la muerte de Franco, en 1975 se abrió  la Transición que permitió el establecimiento de la democracia con la Constitución de 1978. Málaga se unió, junto con el resto de provincias andaluzas, para reclamar la autonomía para Andalucía en una manifestación el 4 de diciembre de 1977.

A partir de los años sesenta la ciudad crece espectacular y desordenadamente duplicando su población y surgiendo nuevos barrios. Es el periodo del desarrollismo con el auge de los servicios, el turismo y la construcción.

A partir de 1970, la creación de la Universidad, del Parque Tecnológico, las ampliaciones del aeropuerto, la apertura del tren de cercanías, la llegada del AVE, y las nuevas rondas supusieron unas infraestructuras  que marcaron la entrada de la ciudad en el siglo XXI. 

Muy recientemente, la apuesta por un turismo cultural con el despliegue de una amplia oferta museística y de prestigiosos eventos  configuran a Málaga como una  capital europea innovadora y dinámica.

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